30 de noviembre de 2014

Las esgrimistas

Cuando la había vencido, se mantuvo quieta delante de ella, esperando despedirse adecuadamente para luego recibir los aplausos del público. Su país había triunfado una vez más en esgrima gracias a ella.
Pero la perdedora hizo algo no esperado. Durante la lucha había cubierto su rostro con un velo negro, impidiendo reconocer sus rasgos faciales. Al ser vencida se acercó a su oponente y se quitó el velo con el cual había cubierto su rostro durante la lucha. Debajo apareció un bello rostro blanco, enmarcado con un cabello negro azabache, y unos brillantes ojos azules.
Regaló una atractiva sonrisa a su vencedora, quien, sorprendida no hacía más que observar ese impactante color azul.
Ambas chicas se miraron a los ojos, una sonriendo y la otra atónita por los ojos que la miraban.
Entonces la perdedora retrocedió unos pasos, se dió vuelta, recogió su espada y volvió hacia su vencedora. Se arrodilló, dobló un brazo por encima de su pecho y le entregó la espada como obsequio a su vencedora.

La ganadora aún más atónita, recibió la espada, encantada con la persona que había vencido sin verle el rostro anteriormente. Cerró los ojos, cruzó sus manos sobre el pecho y se dobló ligeramente hacia adelante, señal de saludo para éstos esgrimistas en particular.
Después abrió los ojos y expresó su agradecimiento hacia su oponente con una mirada profunda, llena de amor que nadie en el público notó.


Luego se dieron vuelta, dando fin a la función.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo bien, excepto lo cursi de agacharse y entregar su espada.